No se en ustedes, pero en mi ser son eternos rivales.
Ambos pegan fuerte, te diría que las peleas aveces duran días, semanas! Cada uno sabe lo que es bueno para mi y están determinados a ganar la pelea. Ha sido muy rara la vez que se han puesto de acuerdo y han decidido dejarlo en empate, como para que no me vuelva loca, creo.
La verdad es que a mi me cuesta mucho cuando estos dos no se pueden poner de acuerdo… Y secretamente, siempre quiero que gane el corazón. Hay veces que la pelea está arreglada. La cabeza trata y trata pero sabe que toda la plata está puesta en el corazón. La cagada es que cuando la pelea está arreglada, cuando de entrada la cabeza sabe que va a ser derrotada, también sabe que lo más posible es que después tenga que ayudar al corazón a levantarse cuando se tropiece y se quiebre, al salir del cuerpo y ser depositado en las manos de otra persona.
La cabeza también es mala, es siniestra y no deja en paz. Se le caga de risa al corazón cuando vuelve con el rabo entre las piernas! Al mejor estilo Nelson, se rie y exclama: HAHA! Te lo dije pelotudo! No estabas listo todavía, sos un arrecho y por pícaro, por creer que todo lo podés, que sos suficiente te fue como el orto! JUA JUAA! (Si, todo eso con la voz de Nelson.) Entonces, el corazón se siente humillado y sabe que nunca debería haber hecho trampa para ganar, contra la sabia señora cabeza. Pero claro, es un impulsivo el tonto.
Ahora tiene que ser castigado. No puede volver a salir por tiempo indefinido. Hasta que haya alguien (esperemos que no sea la misma persona de antes) que genere otra pelea y el corazón la gane justamente, sin trampas.
Tampoco está bueno cuando la cabeza no le da una oportunidad a este órgano. Lo hace re cagar de entrada, que se quede quieto y callado para que ni trate de mandarse alguna cagada… Pero yo creo que en la vida todos buscamos ese alguien que genere el empate.
Yo creo en la cabeza... siempre.
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